Para Jenny Guerra, cada día parece como un día cualquiera, excepto que aún continuamos dentro de una pandemia que tiene a más de cien mil peruanos con COVID-19 en la actualidad, siendo Loreto una de las cinco regiones del país con más infectados. Ella vive en un pequeño pueblo junto con su familia en Iquitos, sitiado en medio del aeropuerto y la ciudad.
Jenny trabajaba por turnos como técnica en laboratorio en el Centro de Salud Bellavista en Nanay. Por ahora, se encuentra en descanso laboral debido a su diabetes. Mientras que el centro de salud en Nanay y San Juan atienden solo partos, la atención por el coronavirus se ha distribuido en tres lugares: el Hospital Regional, el centro de turismo y en algunos colegios.
El mercado, que está a solo una cuadra de su casa, abre desde las 3 hasta las 9 de la mañana los lunes, miércoles y viernes. Algunos vecinos venden también abarrotes y artículos de limpieza en sus veredas, como en el caso de su sobrina, quien se dispone a vender huevos. Solo debe ir gente adulta y si una persona no usa mascarilla, no será atendida. Los mototaxistas deben tener consigo un pase vehicular para circular por las calles.
Para mantenerse distraída de toda tensión, Jenny mantiene una constante comunicación a distancia con su hermana mayor en Lima, y juega por las tardes al bingo junto a su mamá, sus dos hermanos y sus dos hijos de 12 y 16 años. Si bien por donde vive ya no hay tanta vigilancia de los policías como antes, asume que está en la responsabilidad de cada uno mantener la tranquilidad, y sobre todo protegerse para evitar más contagios por el coronavirus.
Ariana Medina Guerra
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